Conocimiento para la cuidadora

Persona riendo al lado de una lampara

La persona cuidadora principal

“Yo creo que mi madre necesita que alguien venga a ayudarla en casa… pero ella dice que no. Y ya sabes, cuando mi madre dice que no… es que no"

No nos gusta admitir que necesitamos la ayuda de otra persona para realizar las tareas del día a día. 

Comprobar que necesitamos ayuda para comer, ir al baño (o incluso algo tan simple como abrir un bote de legumbres) raramente nos hace sentir bien. Sentimos que perdemos nuestra identidad, que dejamos de ser nosotros mismos. 

Hay 3 objeciones que expresan las personas ante el reto de empezar a aceptar ayuda:

  1. Aún puedo hacerlo yo 

    Las personas valoramos mucho nuestra autonomía. 
    Y por eso nos las ingeniamos para encontrar nuevas formas de hacer las cosas y retrasar que alguien nos asista.

    Por ejemplo, puede ser que antes tu madre tardase solamente 15 minutos en ducharse. Pero ahora quizás se mueve más lentamente y tarda 1 hora y media (desvestirse puede ser difícil, entrar y salir de la ducha peligroso, tal vez levantar los brazos resulte doloroso …).

    Pero si una hora y media es el “precio” a pagar para seguir lavándose sola… pues seguramente lo preferirá, antes de aceptar que sea otra persona la que la lave (y, por ejemplo, que la vea desnuda). No es un comportamiento extraño.

    ¿A ti te resulta fácil dejarte ayudar cuando estás enfermo? Mantener y defender nuestra autonomía resulta importante a cualquier edad.

  2. No quiero ser una carga 

    Hace años, cuando envejecías, sabías que irías a vivir con tus familiares. Y, claro está, se asumía que serían las mujeres de la casa las que se encargarían de los cuidados.

    Pero ahora la situación es diferente. Las mujeres se han incorporado plenamente al mercado laboraly muchas trabajan fuera de casa. 

    Y aunque en la práctica la mayoría de cuidados (tanto informales como profesionales) aún recaen en las mujeres, cuando una persona mayor necesita ayuda se resiste a pedirla porque sabe que eso significa cargar con más trabajo y responsabilidades a alguien que a día de hoy ya tiene bastantes obligaciones.  

    Por ejemplo, una hija que tenga pareja, criaturas, trabaje… No, no queremos ser una carga.

    La mayoría de las personas mayores quieren ser autónomas. 

    Los últimos estudios demuestran cambios profundos en la forma en la que queremos recibir asistencia.

    De hecho, más del 90% de las personas encuestadas afirman que prefieren ir a una residencia, antes que ir a vivir con sus hijos.    

  3. No quiero que una persona desconocida entre en mi casa 

    Este dato es sorprendente: a las personas nos cuesta menos adaptarnos a vivir en otro lugar (por ejemplo, una residencia) que aceptar que otra persona entre en nuestra casa.  

    Sí, somos territoriales y que alguien venga a casa y limpie nuestro espacio o cocine nuestra comida se percibe como una invasión de nuestra intimidad.

Persona ayudando a una persona mayor

Es un proceso natural

“Mi madre se está haciendo mayor. Supongo que es natural que vaya perdiendo facultades, pero… no sé, a veces me pregunto si esto es normal o tengo que preocuparme.”

El envejecimiento es una fase más en la vida de una persona. Tan natural como la infancia o la adolescencia. 

La vejez trae consigo cambios físicos y psicológicos. Pero estos cambios no nos afectan a todas las personas de la misma manera. De hecho, cada una envejece a un ritmo diferente. Envejecer es un proceso que puede presentar grandes diferencias en función de cada persona.

¿Cuáles son los cambios más frecuentes? Por ejemplo, a nivel físico es habitual:

  • Perder agudeza sensorial: la persona oye peor, percibe menos los colores o las sensaciones de frío o calor...
  • Tener menos resistencia a la actividad física: por eso la persona se cansa antes, pierde fuerza…
  • Experimentar modificaciones en los procesos físicos: por ejemplo, la digestión es menos eficiente y por eso al cuerpo le cuesta absorber nutrientes. O el corazón pierde fuerza (es decir, bombea menos sangre y, por lo tanto, al realizar un esfuerzo, la persona mayor se cansa antes).

Pero todo esto es un proceso natural. Es decir, aunque la persona esté sana, el proceso natural del envejecimiento conlleva un deterioro general del estado físico y una disminución de la funcionalidad personal.

¿Y a nivel cognitivo?

La evolución de las funciones mentales también es muy variada y, aunque resulta imposible generalizar, hay algunos procesos que vale la pena comentar:

  • Son conocidos los cambios en la memoria. Por ejemplo, nuestro padre es incapaz de recordar lo que ha desayunado hoy, pero recuerda perfectamente la merienda que le daba su tía hace 70 años. La “memoria reciente” disminuye, pero la persona es capaz de recuperar recuerdos antiguos con toda claridad. ¿Eso es un signo de enfermedad? En absoluto, es un cambio natural (como la caída de los dientes de leche en la infancia).
  • En la vejez la capacidad reflexiva aumenta. Eso indica que la inteligencia no se pierde, sino que se modifica.
  • Mucha gente cree que una persona mayor no puede aprender nada nuevo. Eso no es cierto. Durante la vejez no se pierde la capacidad de aprender cosas nuevas. Se aprende a un ritmo más lento, pero se aprende.

“Pero a mi madre le cuesta seguir una conversación.  
¿Eso es un síntoma de que está perdiendo facultades mentales?”

Depende. Y, ante cualquier duda de este tipo, lo más importante es dirigirse a un Centro médico y consultar con profesionales de la salud.

Pero para que veas cómo funcionan algunos casos, nos gustaría ponerte un ejemplo:

Si una persona tiene problemas de oído, es probable que tenga dificultades para oír todas las palabras de una conversación. Y por eso le costará comprender lo que le están diciendo y dar una respuesta adecuada. 

¿Eso significa que está perdiendo facultades cognitivas? 
No, eso solamente significa que no oye bien.

¿Cuál será la solución? Utilizar un audífono.

“Pero yo veo comportamientos extraños. 

No sé, yo creo que mi madre está enferma.”

Ante cualquier duda, es tu equipo médico quien puede discernir entre lo que es una manifestación natural del proceso de envejecimiento y un síntoma de enfermedad. 

No dudes en hablar con tu referente de cabecera, es la persona que puede diagnosticar una enfermedad e indicarte cuáles son los siguientes pasos.

Persona mayor con cuidadora

Aligerar los sentimientos, no eres profesional

“Debería ser capaz de cuidar mejor de mis padres. Sabía que se estaban haciendo mayores y que llegaríamos a esto. 

No lo entiendo... ¿Por qué me cuesta tanto esta nueva situación?”

En algunos casos, la condición de persona cuidadora “se veía venir”. A nuestro ser querido le habían diagnosticado una enfermedad crónica o degenerativa y sabíamos que adoptar el rol de persona cuidadora era una cuestión de tiempo.  
 

Otras veces, un accidente o una enfermedad nos convierte de improviso en personas cuidadoras.   
En cualquier caso, llegado el momento, comenzamos a sentir muchas emociones  
que nos desconciertan y que nos hacen sentir culpables.

  • ¿Sientes ansiedad? Cuando alguien comienza a desarrollar un proceso de dependencia es normal que tengamos miedo a lo desconocido: entendemos que la carga de trabajo va a ser grande, pero no sabemos exactamente qué habrá que hacer ni cómo va a evolucionar la situación, intuimos que los roles dentro de la relación van a cambiar… La ansiedad es una reacción común ante la incertidumbre. 
  • Casi siempre sentimos culpa… Parece que por mucho que hagamos, siempre deberíamos hacer algo más. O hacerlo mejor…
  • También es muy común que te invada un sentimiento de agobio. Por ejemplo, porque hay que buscar mucha información sobre temas que desconoces.
  • Sientes enfado… ¿y te cuesta reconocerlo? Aunque quieras a tu familiar y tengas claro que vas a ayudarle en todo lo que puedas, es normal que una parte de ti esté enfadada: cuando alguien siente que ya no controla su vida, se siente frustrado. Reconocerlo y expresarlo de forma adecuada (por ejemplo, escribiendo) te ayudará a llevar mejor la situación.

Y, ¿podemos hablar con franqueza? Es normal tener miedo al desenlace. 

Por mucho que intentemos razonar que la enfermedad, la muerte y la pérdida forman parte de la vida,  
nos da miedo sufrir. Y, por supuesto, no queremos que nuestro familiar sufra.

Nos invade un sentimiento de protección, pero los procesos de dependencia nos ponen cara a cara con la fragilidad humana.  
 

Persona mayor pensativa

No estás sola

Cada día vemos personas que experimentan angustias, miedo, culpa… ¿Qué puedes hacer?
  1. No le des vueltas a la situación. Ocúpate 
    Mira, aunque la angustia, el miedo o la culpa son sentimientos habituales, alimentarlos no es productivo. ¿Qué te proponemos? Pasa a la acción: busca recursos, asociaciones, prestaciones económicas… En resumen, busca información y apoyo. Por ejemplo, que estés leyendo este material es genial. En el portal Aliura puedes encontrar toda la información para gestionar la situación.
  2. Cuídate 
    Sí, en estos momentos en los que empezamos a cuidar de otra persona, parece que nuestro autocuidado es opcional (pero, créenos… no lo es). Para cuidar bien es necesario estar bien. ¿Qué puedes hacer?
  • Prioriza los básicos: dieta adecuada, horas de sueño, reserva tiempo para hacer algo de ejercicio…
  • ¿Tienes un hobby? Sabemos que en esta situación pintar, cantar en una coral o ir a pilates puede parecer algo superfluo, pero no lo es. No abandones esa actividad que te da alegría y te ayuda a desconectar. Tal vez ahora ya no puedas dedicarle todo el tiempo que le dedicabas antes, pero… ¿qué tal si la haces de vez en cuando? 
     

A Marta le gustaba leer un libro antes de dormir. Lo hacía desde pequeña. 

Pero desde que su madre estaba enferma, por la noche estaba tan cansada que se sentía incapaz. 

Le sugerimos que buscase tiempo para leer en otros momentos del día…Y lo encontró. 

Durante la pausa del café, en vez de mirar el móvil, leía un par de páginas. 

No era lo que estaba acostumbrada a hacer, pero pudo mantener una actividad que le gustaba y que la ayudaba a desconectar.

Mantener las actividades que te gustan es importante para tu equilibrio y bienestar.

Y, lo más importante, no te aísles

  • Mantén tus relaciones personales
  • Llama a esa persona que te hace reír
  • Ve a tomar café con alguien importante para ti y cuéntale lo que te preocupa
  • Cena a solas con tu pareja y habla de otra cosa…

A veces, una charla de unos minutos con una amiga puede cambiar nuestro humor y ayudarnos a afrontar el resto del día con más energía. Nadie dice que la situación sea fácil, pero nos sentimos mejor cuando hablamos con otras personas.

Empieza un proceso de cuidados, ¿sabes lo que suele pasar?

  • La persona que se dedica al cuidado comienza con muchísima energía y decide que “va a estar a la altura”
  • Se implica 100% en la situación. Comprueba que cuidar a veces es difícil y frustrante…y entonces aún se implica más.
  • Pronto el cuidado se convierte en el centro de su vida…y “se quema”. La persona está exhausta, triste y enfadada… Y sigue teniendo ante sí la carga de todos los cuidados. 
     

A cuidar bien se aprende con la práctica 

Ten paciencia, date tiempo y tómatelo con calma

No abandones tu proyecto vital

Persona contenta

Eres importante aunque no lo hagas tú

“Ahora vienen a ayudarme. Hay una persona que la ayuda a levantarse, a lavarse, le da el desayuno… Tendría que sentir alivio, pero me siento mal porque creo que tendría que hacerlo yo.“

No es necesario estar al lado de una persona para cuidarla. 

Muchas personas, especialmente mujeres, creen que, si otra persona ayuda, 
es como si ellas ya no estuviesen haciendo nada. Y eso no es cierto. 

¿La realidad? Se puede cuidar, mientras la situación no te impida seguir con tu vida.

Persona mayor acompañada

No estás abandonando aunque no lo hagas tú

Es necesario comprender que el apoyo profesional puede ayudarte, pero no puede sustituirte

Aunque no te estés ocupando de todas las tareas del cuidado, tú eres importante.

Verás, la relación que la persona mayor o dependiente tiene contigo, la ayuda profesional no la puede suplir.

A ti te necesita más que nunca para charlar de vuestras cosas, para dar y recibir afecto, para seguir haciendo actividades y crear recuerdos que siempre serán más significativos que los que pueda crear con una persona cuidadora profesional.

Cuando visitas a tu familiar y os vais de paseo, os coméis un helado y os reís recordando aquella anécdota de hace años, contribuyes a su bienestar y a mejorar su calidad de vida.

Saber que importamos y que alguien quiere pasar tiempo con nosotros, charlar y sentir que nos escuchan es infinitamente más importante que tener las persianas limpias o la despensa llena.

Delegando tareas como la limpieza del hogar, hacer la compra, control de medicación, etc. 

Recuperarás tiempo y energía para pasar tiempo de calidad con tu familiar, escucharle, charlar, dar y recibir cariño y crear recuerdos.

Eso es lo que realmente necesita recibir de ti para estar mejor.

Te acompañamos en la conciliación

La Ley de la Dependencia reconoce que la sociedad ha cambiado y que necesitamos ayuda externa para cuidar de las personas mayores

Es muy complicado trabajar, cuidar de la propia familia (pareja, menores) y cuidar de padres u otros familiares que envejecen.

Es necesario superar la sensación de que deberías ser capaz de hacerlo sin ayuda.

De hecho, aunque seas capaz, no es necesario. Actualmente hay ayuda disponible.

  • Únete a la Comunitad Aliura y participa en actividades y entra en contacto con otras personas en tu misma situación.
  • Mira todo lo que puedes conseguir a través de la ley de la dependencia.
Cuidadora cogiendo a una persona mayor en silla de ruedas

Grados de dependencia

Aunque de forma coloquial utilizemos palabras como  “autonomía”, “dependencia” o “independencia” es importante conocer el significado en el contexto formal de la Ley de la Dependencia

“Mi padre necesita ayuda para hacer algunas cosas. 

¿Eso significa que es una persona “dependiente”?

¿Qué es la “AUTONOMÍA”?

La capacidad de controlar, afrontar y tomar, por propia iniciativa, decisiones personales sobre cómo vivir según normas y preferencias propias. 

Una persona autónoma es capaz de desarrollar por sí sola las actividades básicas de la vida diaria.

¿Qué significa “DEPENDENCIA”?

Cuando hablamos de dependencia nos referimos a un estado de carácter permanente en el que se encuentra una persona cuando (ya sea por edad, enfermedad o discapacidad) experimenta una pérdida de autonomía (física, mental, intelectual o sensorial) y necesita la atención de otra persona o ayuda para realizar las actividades básicas de la vida diaria.

En esta definición hay 2 conceptos importantes: “permanente” y “actividades básicas de la vida diaria”.

¿Qué quieren decir con permanente? Por ejemplo, yo puedo sufrir una caída, fracturarme varios huesos y tener que estar en cama. Puede ser que durante semanas o meses necesite que alguien venga a limpiar mi casa, haga la compra, tal vez necesite rehabilitación…pero cuando mis fracturas se curen, volveré a realizar mis rutinas con normalidad. 

Por lo tanto, como mi estado es temporal - y no permanente- no puedo solicitar la Ley de la Dependencia. 

Tal vez pueda solicitar otro tipo de ayuda a los Servicios Sociales de mi municipio, pero no la Ley de la Dependencia.

En cambio, si sufro un ictus y como consecuencia experimento una pérdida de fuerza, falta de coordinación, pérdida del control de movimiento, etc... de forma permanente y necesito ayuda, entonces sí que puedo solicitar la Ley de la Dependencia.

También es importante comprender qué son las “actividades básicas de la vida diaria”. Son tareas habituales como, por ejemplo:

  • El cuidado personal (higiene, vestirse, ir al aseo, comer…)
  • Tareas domésticas como mantener el orden y la limpieza del hogar
  • La movilidad esencial
  • La capacidad de reconocer personas, objetos, orientarse, entender indicaciones…

Son las cosas que hacemos todos los días y que forman nuestras rutinas.

¿Solamente las personas mayores pueden solicitar las ayudas de esta Ley?

No, en absoluto. La edad no es un factor excluyente. Lo que es determinante es si mi situación es permanente y si necesito ayuda para realizar las actividades básicas de la vida diaria. 

Por ejemplo, si una niña de 3 años cumple los requisitos expresados en la Ley, su familia puede solicitar las ayudas.

El reconocimiento oficial de la situación de dependencia es un requisito básico para acceder a las prestaciones económicas y de servicios sociales reconocidas por la Ley de Dependencia

¿Quién decide si soy una “PERSONA EN ESTADO DE DEPENDENCIA”?

No lo decide la persona ni su entorno, sino que el organismo responsable de tramitar y gestionar el reconocimiento del grado de Dependencia es la Administración.

Por ejemplo, en Cataluña lo determina la Generalitat. Una vez reconocido el grado de Dependencia, los Servicios Sociales de cada territorio son el organismo al que dirigirse para pedir las prestaciones vinculadas a la Ley de la Dependencia.

¿Te interesa la Ley de la Dependencia? Visita esta página

¿Necesito saber algo más sobre la DEPENDENCIA?

Sí, es importante que sepas que la dependencia se clasifica por GRADOS.

Los “grados de dependencia” se determinan según la cantidad de ayuda que necesita una persona para realizar las actividades básicas de la vida diaria. Los grados son importantes porque el tipo de ayuda que recibiréis depende de estos grados.

Existen 3 niveles:

  • Grado I, Dependencia moderada. Cuando la persona necesita ayuda para diversas actividades básicas de la vida diaria, al menos una vez al día, o tiene necesidades de ayuda intermitente o limitada para su autonomía personal (De 25 a 49 puntos en el Baremo de Valoración de la Dependencia, el BVD).
  • Grado II, Dependencia Severa. Cuando la persona necesita ayuda para diversas actividades básicas de la vida diaria dos o tres veces al día, pero no requiere la presencia permanente de una persona cuidadora o tiene necesidades de ayuda extensa para su autonomía personal (De 50 a 74 puntos en el BVD).
  • Grado III, Gran Dependencia. Cuando la persona necesita ayuda para realizar diversas actividades básicas de la vida diaria unas cuantas veces al día y, por su pérdida total de autonomía mental o física, necesita la presencia indispensable de otra persona o tiene necesidad de ayuda generalizada para su autonomía personal (>74 puntos en el BVD).

¿Qué es el BAREMO DE VALORACIÓN DE LA DEPENDENCIA (BVD)? 

Es el instrumento que se utiliza para determinar las situaciones de dependencia. Este baremo establece los criterios de valoración del grado de autonomía de las personasy de su capacidad para realizar las actividades básicas de la vida diaria. La valoración del grado de dependencia (definido por un baremo de 25 a 100 puntos) tiene en cuenta:

  • El informe médico de la persona
  • El entorno en el que vive
  • Las tareas de la vida diaria que la persona no puede hacer sola
Mujer sentada en una terraza pensando en el futuro

Grados de dependencia: Perspectiva de futuro

Los profesionales de la salud probablemente te habrán transmitido que saben cómo se desarrolla un proceso de envejecimiento natural o una enfermedad crónica o degenerativa, pero que no pueden ofrecer certezas porque cada caso es diferente.

“A mi padre le han reconocido un grado de dependencia. 

Pero no me dicen cómo va a evolucionar. ¿Irá a peor?”

¿Qué hemos aprendido, después de 40 años acompañando a personas dependientes y ayudando a sus familias?

Sabemos que, como en tantas situaciones de la vida, es necesario soltar el control y afrontar el proceso a medida que va sucediendo.

Pero lo más importante que hemos aprendido es que no es necesario vivir este proceso en soledad. Hay recursos, ayuda y apoyo disponible.

Por delante tienes un camino por recorrer. Pero no es necesario que camines en solitario. Podemos recorrer el camino juntos. 

En Aliura estaremos a tu lado durante todo el proceso, ayudándote en todo lo que necesites.

En Aliura podemos ayudarte durante todo el recorrido, sea cual sea,y ofrecerte apoyo y soluciones adaptadas a tus necesidades. Por ejemplo,

  • Si tu familiar se desorienta con facilidad y quieres saber siempre dónde está, ponemos a tu disposición un reloj inteligente que monitorizará sus movimientos.
  • Si más adelante necesitas contratar unas horas de limpieza por semana o que alguien ayude a tu familiar en el resto de tareas diarias, podemos ofrecerte estos servicios.
  • Y si llegado el momento necesitas plaza en un centro de día o una residencia, podrás encontrarla en alguno de nuestros numerosos centros.

Aliura es un proyecto de Suara, una cooperativa sin ánimo de lucro, con más de 40 años de experiencia en el cuidado y atención de personas mayores y dependientes. Podemos ofrecerte soluciones en cada etapa del camino.

Persona en silla de ruedas

Preguntas Frecuentes

Aquí trobaràs altres temes relacionats amb la Dependència i amb la Diversitat funcional.  

De vegades creen confusió. Per això els explicarem de la manera més clara i breu possible.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la Discapacidad como: “Cualquier restricción o impedimento de la capacidad de realizar una actividad en la forma que se considera normal para el ser humano”.

Existen diversos tipos de Discapacidad. Por ejemplo:

  • Discapacidad física o motora: entre otras, incluye alteraciones del cuerpo que dificultan el movimiento y la movilidad
  • Discapacidad sensorial: por ejemplo, cuando una persona ha perdido sus capacidades visuales o auditivas
  • Discapacidad intelectual: que afecta a la capacidad de aprendizaje y de respuesta a situaciones de la vida cotidiana 

Sí, pero en Suara utilizamos el término diversidad funcional porque es una definición más respetuosa e inclusiva.

No necesariamente. 

Verás, aunque “discapacidad” y “dependencia” son dos conceptos que a veces están relacionados, en realidad, son 2 cosas diferentes.

Por ejemplo: Pongamos que soy una persona sorda, pero no necesito ninguna ayuda para la realización de las actividades básicas de la vida diaria. 

En este sentido, tengo una “discapacidad” (una diversidad funcional, como preferimos decir en Suara), pero no soy “dependiente”. Con el paso de los años, tal vez necesite ayuda para realizar algunas actividades básicas de la vida diaria (por ejemplo: lavarme, desplazarme, comer…).

Claro está, esa necesidad de ayuda no será consecuencia de mi sordera, sino de un proceso natural de envejecimiento. 

Entonces pasaré a ser “dependiente” y podré solicitar las ayudas de la Ley de la Dependencia.

Sí, pero verás que son 2 trámites diferentes. 

Si vives en Cataluña, el trámite online para el Reconocimiento del Grado de Discapacidad se inicia aquí: 
https://web.gencat.cat/ca/tramits/tramits-temes/Reconeixement-o-revisio-del-grau-de-la-discapacitat?moda=1

Si vives en Cataluña, el trámite online para pedir la Ley de la Dependencia se inicia aquí: 
https://web.gencat.cat/ca/tramits/tramits-temes/Reconeixement-de-la-situacio-de-dependencia?category=

Ten en cuenta que, en ambos casos, primero necesitas haber consultado con tu médico o médica de cabecera para obtener el informe médico.

Por supuesto. 

Como ya sabes, el reconocimiento legal de la situación de discapacidad es un requisito indispensable para acceder a los derechos, servicios, programas, prestaciones económicas y medidas que el ordenamiento jurídico y el sistema de servicios sociales destinan a las personas con discapacidad. 
 

Para poder acceder a las ayudas establecidas para las personas con discapacidad, es requisito imprescindible tener una discapacidad igual o superior al 33%.

Aquí puedes encontrar una lista de medidas fiscales, para facilitar el acceso a la educación, vivienda, integración laboral, etc. 
https://dretssocials.gencat.cat/ca/ambits_tematics/persones_amb_discapacitat/que_es_i_com_es_reconeix_la_situacio_de_discapacitat/reconeixement_discapacitat/per-a-que-serveix-el-reconeixement-de-la-discapacitat/