mujer preocupada

Conocimiento para la familia

Cuidar desgasta. A veces es muy satisfactorio, pero también existen momentos increíblemente frustrantes.

Es importante comprender que la aparición de conflictos familiares es algo habitual y que será necesario afrontar cada situación a medida que se vaya presentando.

¿La realidad? Cuando una familia afronta el cuidado de un familiar la pregunta no es si surgirán conflictos o no, sino cuándo aparecerán. 

Es inevitable. 

¿Qué podemos hacer? 

  • Reconocer que existe un cuidador o cuidadora principal (es la persona que asume la mayor parte de las tareas y responsabilidades que implica el cuidado).
  • Es bueno que la persona cuidadora principal acepte compartir tareas y responsabilidades. Aunque a veces nos quejamos de la cantidad de cosas que hay que hacer, también suele pasarque nos cuesta aceptar la ayuda que nos ofrecen. Es cierto que si otra persona hace las tareas, no las hará igual que tú. Pero eso no significa que estén mal hechas. Ten en cuenta que compartir el cuidado es bueno tanto para ti como para la persona dependiente.
  • De la misma forma, es importante que todas las personas que componen el núcleo familiar reconozcan la labor de la persona cuidadora y estén atentas a apoyarla cuando lo necesite (y que no esperen a que sea la persona cuidadora principal la que pida ayuda…)

¿Quieres ayudar a una persona cuidadora? 
Si observas con atención, encontrarás muchas oportunidades   
para interesarte, apoyar y ofrecerle ayuda.

  • Ante el conflicto es importante crear el espacio y el tiempo para dialogar y que cada persona exprese lo que le pasa, qué siente y qué necesita
  • En muchos casos, el cuidado genera consecuencias económicas que afectan a las relaciones familiares. Es necesario hablar de ellas abiertamente y buscar soluciones
  • Por último, a veces surgen conflictos sobre la forma en que se debe cuidar a la persona. En esas ocasiones es vital que todos los miembros del núcleo familiar expresen lo que sienten, ofrezcan soluciones y que las decisiones importantes se consensúen entre todos. 
Madre e hija cogidas y sonriendo

Profesionalizar el servicio

La experiencia demuestra que profesionalizar el servicio resulta beneficioso para la persona atendida y para el resto de la familia.

“Yo querría contratar a alguien. Pero creo que es mejor que la cuide yo.”

  • Cuidar de alguien no es una tarea fácil, es cansado y puede llegar a ser muy frustrante. Profesionalizar el servicio te descarga de tareas y te da un respiro cuando lo necesitas. Por ejemplo, sabemos que muchas mujeres dedican sus vacaciones a cuidar de otras personas.Es una situación injusta que afecta a su salud física y mental.
  • Contratar ayuda profesional te da espacio para continuar con tu proyecto vital. Puedes cuidar, pero también es conveniente que sigas haciendo lo que es importante para ti: trabajar, cuidar de tus criaturas, disfrutar de tu propia jubilación o cualquier otra actividad que quieras hacer.
  • Pero la razón principal es que profesionalizar el servicio te ayudará a recuperar el vínculo con tu familiar. Los profesionales podemos encargarnos de muchas tareas. Pero lo que quieren las personas mayores es disfrutar del tiempo con sus familias sin sentirse una carga.

Isabel, de 80 años, nos contaba que su hija venía a limpiar su casa, cocinar y ayudarla en todo lo que podía. Aunque venía a menudo y a veces se quedaba 4 o 5 horas, estaba tan atareada que no encontraba ni 10 minutos para sentarse en la cama y charlar con ella. 

 

Isabel estaba contenta y muy agradecida de recibir esa ayuda, pero cuando su hija se marchaba, a veces se echaba a llorar. 

 

Lo que ella necesitaba era compañía, charlar, recibir un abrazo… Si hubiesen tenido ayuda, aunque fuese solamente durante un par de horas, habrían podido pasar más tiempo juntas y disfrutar de su compañía.

Mujer mayor hablando por el móvil

¿Las personas mejoran con un servicio profesional? 
Por supuesto que sí (y tiene fácil explicación).

Los Servicios de Atención Domiciliaria (SAD) son importantes no tanto por lo que te dan, sino por lo que no te quitan.

Verás, las personas estamos apegadas a todo aquello que forma nuestras rutinas y da forma a nuestros días. Queremos ir a comprar el pan a la tienda de siempre, tomar el café donde nos conocen, saludar a la vecina, ir a la biblioteca del barrio… Y el SAD permite disfrutar de todo eso durante más tiempo.

Cuando llegue el momento, ¿no querrías lo mismo para ti?

Como es lógico, las personas preferimos estar el máximo tiempo posible donde hemos vivido siempre, donde tenemos nuestros lazos con la comunidad. Como los servicios de ayuda a domicilio permiten que las personas estén en su ambiente y sean autónomas durante más tiempo, son esenciales para asegurar su bienestar emocional y aumentar su calidad de vida.

Si contar con ayuda profesional es tan beneficioso (fomenta la autonomía de la persona dependiente, le permite estar más tiempo en su hogar, mejora su calidad de vida…).
¿Por qué tantas personas rechazan el servicio?

“Es evidente que necesita ayuda. 
Pero no quiere que venga nadie. 
Ya no sé qué más puedo hacer.”

Lo hemos comentado en un apartado anterior, ¿recuerdas? Estas son las razones más habituales:

  1. Aún puedo hacerlo sin ayuda    
    Con el paso del tiempo nos resulta cada vez más difícil realizar algunas tareas (lavarnos, cargar peso, hacernos la comida). Pero aunque nos suponga más tiempo, esfuerzo o incluso sea peligroso, preferimos adaptarnos antes que depender de otra persona.No queremos que nos vean como alguien que necesita ayuda (nuestra identidad está en juego).
  2. No quiero molestar (seguro que lo has oído muchas veces…) 
    Es cierto, las personas mayores y dependientes no quieren ser una carga para sus familiares y amistades. Por eso rechazan la ayuda.
  3. No quiero que alguien extraño entre en mi casa  
    Las personas somos territoriales y no nos gusta que entre un extraño en casa. Aunque sepamos que es una persona profesional y que esto de limpiar, cuidarnos, etc. es su trabajo (y que probablemente nos hará bien) a nadie le gusta que alguien “nuevo” entre en su espacio y vea su intimidad. 
     
Hombre en silla de ruedas que no quiere pedir ayuda

¿Cuándo es el momento de pedir ayuda?

“Mi padre era muy limpio, pero ahora
 no se lava casi nunca. No sé lo que pasa.”

Preguntar no suele ser la mejor estrategia, porque en general a las personas nos cuesta reconocer que necesitamos ayuda (y además no queremos preocupar a nadie).

Verás, cuando un hijo habla con su madre, es probable que ella le conteste que todo va bien: ha ido a hacer la compra, se ha duchado, mañana irá de paseo con sus amigas... Pero lo que no le contará es que tal vez prefería lavarse cada día, pero ahora solo lo hace una vez por semana porque le cuesta mucho hacerlo sola. 

O que cada vez le resulta más difícil llevar peso y que, como es incapaz de cargar una botella de aceite y un kg de fruta al mismo tiempo, ahora tiene que salir a comprar casi cada día y eso la fatiga.

Si quieres saber si ha llegado el momento de ofrecer ayuda, lo importante no es saber qué tareas hace tu familiar sino saber la periodicidad, la frecuencia o el tiempo que tarda en hacer cada actividad

¿Cuándo es el momento de intervenir?

En estos 2 casos:

  • Cuando existe peligro para la persona.   
    Por ejemplo: se olvida de tomar la medicación, se despista y deja el fuego de la cocina encendido, cuando vestirse le cuesta tanto que puede caerse o hacerse daño… El peligro es el indicador de que es necesario actuar.
  • Cuando vemos que a la persona le falta algo que para ella era importante.   
    Un caso típico es cuando la persona que toda la vida ha considerado una prioridad tener su casa limpia, ahora tiene su espacio desordenado o sucio. O cuando alguien tenía la costumbre de ir al mercado o a la biblioteca y ahora ya no va. Tal vez diga que ya no le apetece, pero al final admitirá que lo que pasa es que le cuesta caminar o que se siente insegura yendo sola por la calle.

En definitiva, cuando la persona está perdiendo calidad de vida, es el momento de ofrecer ayuda.  
 

¿Cómo empezar?

Después de más de 40 años dedicados a la atención de mayores y dependientes, sabemos que, aunque al principio haya personas que rechacen el servicio, si empezamos poco a poco (por ejemplo, 1 o 2 horas por semana), esas horas pueden marcar una gran diferencia. Como a todos nos gusta tener la casa limpia, pronto aceptan recibir esa ayuda con regularidad.

Los equipos de profesionales de este sector estan acostumbrados a lidiar con las resistencias iniciales. 

Se trabaja con respeto y profesionalidad y cuando la persona ve que se la tiene en cuenta, no se invade su intimidad y se realizan las tareas exactamente cómo ella quiere, se ganan su confianza.

Pasado el período de adaptación, la persona valora el servicio y es común crear un vínculo de cariño con la persona que viene a realizar las tareas de limpieza.

Entonces, si es necesario, resulta fácil introducir más horas de limpieza u otras tareas que ahora sean necesarias: hacer la comida, acompañar a una visita médica, ayudar en el aseo personal…

Al empezar un proceso de dependencia, es comprensible que cualquier persona necesite un tiempo de adaptación. 

Si respetamos a nuestros mayores, aceptaremos su ritmo y comprenderemos que asumir esta nueva etapa tal vez no sea nada fácil.

Mujer mayor muy contenta cogida de las manos de otra persona

Cuidar supone un gasto para las familias

“Me sabe mal decirlo, pero cuidar de mi madre 
nos está costando mucho dinero.”

  • Por una parte, cuando adoptas el papel de persona cuidadora, a menudo te ves obligada a dejar de trabajar fuera de casa (y, por lo tanto, ya no generas ingresos).
  • Por otra parte, el cuidado genera gastos (descubrir cuánto cuesta una muleta o un asiento para la ducha puede ser toda una sorpresa).
  • A veces se plantea la necesidad de cubrir los gastos con la venta de patrimonio o usando los ahorros de la persona dependiente o de otros miembros de la familia…Y eso genera fricciones.
  • A menudo la situación financiera de la familia se convierte en otra fuente de estrés
     

Por eso es tan importante pedir ayuda. 

En muchos casos, la Ley de la Dependencia cubrirá parte de los gastos. 

En otros, la comunidad prestará servicios de forma gratuita a través de asociaciones de voluntariado. 

Otras veces, tendremos acceso a otros recursos públicos (de ámbito municipal o autonómico…)

La experiencia nos demuestra que existen soluciones. 

Hija y padre paseando por el jardín

Perspectiva de futuro

En un proceso de dependencia rara vez podemos predecir con exactitud qué pasará (o cuándo). 
Pero, si lo deseas, estaremos a tu lado y podrás contar con nosotros.

“¿Qué pasará a partir de ahora?”

“No sabemos cómo será el camino, pero te ayudaremos a recorrerlo y caminaremos a tu lado, ofreciéndote la ayuda que necesites en cada momento. 

Hace mucho tiempo nos dimos cuenta de que eso era lo que necesitaban realmente las familias, una empresa que fuese capaz de dar respuesta a todas las situaciones que plantea un proceso de dependencia.

Y eso es exactamente lo que hacemos en Suara Cooperativa: acompañaros y ofreceros soluciones en cada fase del proceso”.

Sílvia Moragas, Directora del Servicio de Atención a Domicilio de Suara