Depresión y ansiedad en personas mayores

Hay que estar atentos a las señales de alerta como los pensamientos de muerte o no querer salir de la cama. Consecuencias de la depresión y síntomas de ansiedad en ancianos.


La población mundial cambia cada menos de un segundo, tanto por la mortalidad como por los nuevos nacimientos. Actualmente, hay alrededor de 8.300 millones de personas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor de 280 millones de personas en el mundo sufren depresión, considerada un trastorno mental común. Según los últimos datos recogidos por la propia OMS, se estima que en todo el mundo el 5 % de los adultos sufren depresión, y que afecta más a mujeres que a hombres.

En Cataluña, según datos del Departamento de Salud de la Generalitat, más de 700.000 personas están diagnosticadas con depresión, y nuevamente, las mujeres son mayoría. Con la edad, la prevalencia de la depresión aumenta, llegando al 13,1 % entre las personas de 75 años o más.

La depresión puede manifestarse de diversas formas en las personas mayores, a menudo confundiéndose con fatiga relacionada con el envejecimiento o con la pérdida de ilusiones a causa de problemas de salud física. Aun así, el riesgo de depresión en personas mayores es significativo, sean síntomas clásicos o enmascarados. Muchas personas mayores se abandonan y se dejan morir conscientemente, mientras que otras recurren al suicidio.

Según explica Mercedes Álvarez Herranz, psiquiatra de psicogeriatría en el Parc Sanitari Sant Joan de Déu, en el blog de som360.org, la depresión en personas mayores “suele aparecer en forma de irritabilidad, ansiedad, inquietud e incluso molestias físicas. También es más prevalente la presencia de ideas de muerte y de clínica delirante, y, en cambio, menos frecuente que expresen sensación de tristeza”.

 

Las personas con trastornos depresivos no manifiestan todos los mismos síntomas. La gravedad, la frecuencia y la duración de los síntomas pueden variar según la persona y se expresan de diferentes maneras según el contexto cultural. Pero muy a menudo, tras una situación de duelo causada, por ejemplo, por la pérdida de la pareja o de un familiar, o por algún problema de salud, las personas mayores empiezan a hablar de la muerte o de morirse como solución a “su” problema.

Ahora bien, como cuenta la doctora Álvarez, hay varias señales que nos pueden indicar la presencia de una depresión y “nos pueden ayudar a diferenciarla de otros estados de ánimo comunes, para poder tomar la decisión de pedir ayuda en nuestro centro de salud de referencia”. Además de los síntomas que indicamos a continuación, hay que destacar que a menudo el sentimiento de tristeza es diferente al que hemos sentido en otros momentos, “y no se trata de una situación pasajera, ya que no mejora con el paso del tiempo”.

Más allá de los síntomas habituales (ver cuadro adjunto), se han establecido algunas señales de alarma que nos pueden alertar de que la depresión es más grave. Cuando aparecen, es necesario consultar lo antes posible con un profesional de la salud para valorar las alternativas de tratamiento.

¿Qué señales de alarma nos pueden alertar de que la depresión es más grave?

  • No querer salir de casa o incluso no poder levantarse de la cama.
  • No poder realizar las actividades cotidianas (higiene, alimentación, obligaciones familiares…).
  • Desesperanza, creer que la situación por la que se está pasando no tiene solución, que no hay nada que se pueda hacer para mejorarla.
  • Inhibición psicomotriz: dificultad para moverse y para hablar, sensación de pensar más lentamente y que la voz suena monótona, lenta y apagada.
  • Pensamientos de muerte o intentos de suicidio.

En el momento en que se detectan estas señales, es necesaria la ayuda de un profesional médico para valorar si se trata de un episodio leve, moderado o grave. En función de esto, se podrá tratar de una manera u otra.
Los tratamientos psicológicos pueden enseñar otras formas de afrontar una situación como esta y de relacionarse con los demás. Esto incluye terapia conversacional, tanto con profesionales como con terapeutas no especializados, pero supervisados. Los tratamientos psicológicos incluyen la activación conductual, la terapia cognitivo-conductual, la psicoterapia interpersonal o el tratamiento farmacológico necesario. En este último punto, se trataría del uso de antidepresivos. Lo que se necesita, según Álvarez, es “un buen tratamiento individualizado”. De esta forma, los porcentajes de mejora son muy elevados”.


La ansiedad, la otra condición mental común entre las personas mayores

Otra condición mental común en las personas mayores es la ansiedad, que puede manifestarse como preocupación excesiva, miedo irracional, síntomas físicos como arritmias o sudoración excesiva, y problemas para conciliar el sueño. La terapia cognitivo-conductual y las técnicas de relajación suelen ser efectivas para tratar la ansiedad en personas mayores. Además, promover un estilo de vida saludable que incluya ejercicio regular y una dieta equilibrada puede ayudar a reducir la ansiedad.

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A veces, ansiedad y depresión van de la mano o una puede hacernos pensar en la otra. Si a esto se añade que muchas personas mayores tienen deterioro cognitivo, resulta difícil que se diagnostiquen. Se calcula que casi un 40 % de personas mayores pueden presentar síntomas de depresión, pero no todas están diagnosticadas.


Por todo ello, una de las cosas más importantes es estar acompañados. Por un lado, es necesario el apoyo de la familia y, por otro, el de grupos de apoyo como centros de día, apoyo profesional o residencias. También, recibir un acompañamiento integral en caso de detectar casos de angustia o depresión, sin llegar a la sobre medicación, que puede llevar a complicaciones graves.
Lo que más importa a las personas mayores es no sentirse solas. Y esta condición suele ser el inicio de una depresión. El acompañamiento es la clave.

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