Residencia, atención domiciliaria o centro de día, ¿cómo escoger?

Lo que debes tener en cuenta a la hora de elegir entre las diferentes opciones 

 

Durante años hemos escuchado una y otra vez que es obligación de los hijos cuidar a los padres sin que nadie te pregunte si tienes esa posibilidad o si tus circunstancias son las adecuadas para hacerlo.

Por suerte, parece que empezamos a aceptar que hay diferentes maneras de cuidar y que, a menudo, contar con apoyo profesional es lo que desbloquea una situación que para el núcleo familiar es difícil de sostener.

Acompañar, conversar, pasear o jugar una partida a las cartas. 

Esto también es cuidar.

Si para ocuparte de tus mayores te estás dejando de cuidar a ti, debes aceptar que algo no funciona y necesitas ayuda.

Y no, eso no significa que no te importan.


¿Qué diferencias hay entre una residencia, la atención domiciliaria o un centro de día?

 

Estas son algunas de las opciones de cuidado que existen.

Elegir entre una u otra depende de las necesidades concretas de la persona y, siempre que sea posible, de sus preferencias:

  • Servicio de Atención Domiciliaria:

    Ventajas: Comodidad y familiaridad.
    La persona dependiente sigue viviendo en su propia casa y es una persona externa (o varias) la que viene al domicilio para ayudarle con las tareas del día a día.

    Consideraciones: si la dependencia es severa o grande, puede que la atención no sea suficiente.
     

  • Centro de Día:

    Ventajas: la persona dependiente continúa viviendo en su domicilio o en el domicilio de algún familiar, pero acude a un centro a pasar unas horas o todo el día.  Continúa durmiendo en su casa. Se relaciona con otras personas y tiene acceso a actividades estimulantes.

    Consideraciones: puede necesitar cuidado adicional fuera del horario del centro.
    No todos los centros de día tienen servicio de transporte, lo que puede ser un contratiempo.
     

  • Residencia Asistida: 

    Ventajas: la persona está atendida y acompañada las 24 horas del día.
    Recibe atención integral por parte de profesionales en un ambiente seguro y supervisado.
    Al estar en compañía de otras personas que residen allí, tiene mayor interacción social.

    Consideraciones: Aunque tiene su propio espacio y habitación, deja de estar en su domicilio, lo que implica adaptarse a una nueva comunidad y alejarse del hogar y la familia.


Otros factores que cuentan para elegir una opción u otra: 


Piensa si su casa es una referencia tan fuerte para la persona que acudir a una residencia le puede afectar demasiado.

En ese caso, si es una posibilidad y necesita atención permanente, quizá lo mejor es que cuente con  ayuda en casa las 24 horas.

¿Qué tal lleva los traslados? Cuando una persona mayor tiene un deterioro cognitivo, los viajes y cambios no le sientan bien.

Por ejemplo, una persona mayor con demencia se adapta mejor a una residencia que a un centro de día.

El hecho de trasladarse de casa a otro lugar y por la noche volver, puede provocar estrés (a no ser que ya tenga el hábito establecido).

En un caso así, lo mejor es cumplir una rutina y mantener los mismos horarios de lunes a domingo. 

¿Cómo es su relación con otras personas? Observa si le cuesta abrirse a nuevas personas y si se relaciona con facilidad.

En el caso de la atención domiciliaria, es una persona externa la que llega a su espacio  y esto no siempre es fácil de aceptar.

Así que una buena opción es comenzar con unas horas de ayuda al día para que la relación sea progresiva y se vaya adaptando.

Decidas lo que decidas, estará bien. No te sumes presión. 

Estos consejos te ayudarán a aceptar el comienzo de esta nueva etapa y te servirán de guía para saber qué hacer cuando sea el momento de buscar ayuda fuera del entorno. 

Piensa que puedes combinar diferentes opciones y que las decisiones no son irreversibles.

Y, si te das cuenta de que hay una opción mejor que la elegida, siempre puedes cambiar de opción.