Opciones para acceder a una residencia para personas mayores
Más allá de las plazas públicas, hay sistemas de financiación con la vivienda como valor
Aunque la tendencia actual es la de envejecer en casa mejorando las condiciones de la vivienda sobre todo con la ayuda de las nuevas tecnologías, hay un momento en que se hace necesaria una asistencia global y entonces las residencias geriátricas son la solución. También es una opción para personas que prefieren vivir en comunidad que en casa solas aun teniendo todavía buenas condiciones físicas y psíquicas. La financiación para acceder a una residencia es diversa. Lo menos preocupante es si la persona tiene ahorros suficientes para poder pagarla y en este sentido se puede optar a una plaza pública o privada. Se haga una cosa u otra, es recomendable asesorarse con expertos financieros y legales antes de tomar una decisión con el objetivo de garantizar la mejor calidad de vida de la persona mayor, con la tranquilidad económica necesaria para afrontar esta etapa.
Acceso a una plaza de residencia geriátrica pública: requisitos y coste para el usuario
En Cataluña, las plazas de residencia geriátrica públicas están destinadas a personas mayores que necesitan atención integral porque no pueden vivir de manera autónoma en su domicilio. El acceso se articula a través del sistema de dependencia y de los servicios sociales.
Para solicitar una plaza, es necesario en primer lugar obtener el reconocimiento de situación de dependencia. Este trámite se realiza mediante la Ley de Dependencia y requiere aportar informes médicos y sociales que acrediten las limitaciones de la persona en las actividades básicas de la vida diaria. Se valora el grado de dependencia (I, II o III), que determinará la necesidad de apoyo. Además, es necesario estar empadronado en Cataluña y tener la nacionalidad española o bien la residencia legal.
Una vez reconocido el grado, se elabora el Programa Individual de Atención (PIA), que establece el recurso más adecuado: ayuda domiciliaria, centro de día o bien plaza residencial. En el caso de la residencia, se accede a la red pública de la Generalitat, formada por centros propios y concertados. La disponibilidad depende de las listas de espera y de la urgencia del caso, que puede ser priorizada por motivos de salud o situación social grave.
En cuanto al coste, las plazas públicas no son gratuitas. El usuario aporta una parte del coste según su capacidad económica (pensiones, rentas o patrimonio).
En general, la persona debe destinar hasta el 85% de su pensión mensual para sufragar la estancia, mientras que el resto queda para gastos personales. Si los ingresos son muy bajos, la Generalitat cubre la diferencia para que nadie quede excluido.
En resumen, el acceso a una plaza pública combina la valoración de la dependencia y la situación económica. El sistema busca garantizar que las personas mayores con más necesidades y menos recursos puedan tener atención residencial digna y de calidad.
Alternativas para financiar la estancia en una residencia geriátrica privada
El coste de las residencias geriátricas es cada vez más elevado y muchas familias se encuentran con dificultades para afrontarlo.
Según datos recientes, el precio medio de una plaza privada en Cataluña supera los 2.000 euros mensuales, una cantidad que a menudo excede las pensiones de jubilación.
Ante esta situación, muchas personas mayores valoran fórmulas para obtener liquidez a partir de su vivienda, que suele ser el principal activo patrimonial. Entre las opciones más conocidas están la hipoteca inversa y los sistemas de alquiler o venta de la vivienda con servicios asociados.
Alquiler con renta vitalicia o venta con derecho de uso
Hay diversidad de rentas vitalicias inmobiliarias que tienen garantías y particularidades diferentes respecto a las otras, que deberán ser estudiadas en función de los intereses, las particularidades fiscales o la ubicación del piso o segunda residencia.
Renta vitalicia clásica. Es la operación más frecuente. La persona mayor percibe una renta vitalicia mensual a cambio de la transmisión de la propiedad de la vivienda, pero se reserva el derecho de uso y disfrute de la misma durante toda su vida.
Renta temporal. Para aquellas personas mayores que prefieran percibir una renta mensual durante un determinado número de años, pero conservando el usufructo sobre la vivienda.
Renta vitalicia fuera de casa. Cuando la persona mayor decide acudir a una residencia, puede renunciar al derecho de usufructo sobre la vivienda, lo que repercute en un incremento considerable de la renta mensual, y esto permite costear el pago de la residencia que escoja con la tranquilidad de saber que esos pagos están garantizados para toda su vida.
Renta reversible. En caso de que la operación se realice siendo los vendedores varias personas (por ejemplo, un matrimonio), la renta se calcula teniendo en cuenta la edad de quien tenga mayor esperanza de vida. Cuando muere uno de ellos, el otro aún percibirá la misma renta y manteniendo el uso y disfrute de la vivienda. Es decir, hasta que no mueren los dos beneficiarios no se extingue la operación. Esta modalidad contempla otras dos alternativas, por las cuales los titulares pueden elegir el cobro de una renta superior mientras viven los dos y reducir la renta al fallecimiento de uno de ellos, o viceversa.
La hipoteca inversa: cómo funciona
La hipoteca inversa es un producto financiero que permite a una persona mayor (generalmente más de 65 años) obtener ingresos a partir del valor de su vivienda, sin perder la propiedad ni tener que abandonarla. Funciona de manera inversa a una hipoteca convencional: en lugar de pagar cuotas a un banco, es el banco o la entidad financiera quien paga al propietario, ya sea en forma de renta mensual, en un pago único o con una fórmula mixta.
Los requisitos más habituales son:
- Tener más de 65 años o una discapacidad superior al 33%.
- Ser propietario de una vivienda libre de hipotecas o con poca deuda pendiente.
- Residir habitualmente en ella.
Cuando la persona beneficiaria muere, los herederos pueden optar por devolver la deuda (y mantener la casa) o bien vender el inmueble para saldarla. Es un sistema especialmente pensado para complementar la pensión y financiar gastos como la estancia en una residencia.
Las ventajas principales son la posibilidad de mantener la vivienda y disponer de ingresos periódicos, además de beneficios fiscales: el dinero percibido no tributa en el IRPF. Los inconvenientes, en cambio, son que el importe que se recibe depende de la edad y del valor de la vivienda, y que los intereses acumulados pueden reducir notablemente la herencia.
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