¿Qué hacer frente a un golpe de calor?

En un contexto de emergencia climática, el efecto sobre las personas mayores es más alto

La emergencia climática está transformando nuestras estaciones, haciendo que los veranos sean cada vez más largos, intensos y peligrosos. Las temperaturas extremas son cada vez más frecuentes en muchas regiones del mundo, incluidas las zonas tradicionalmente templadas como el sur de Europa. En algunos momentos del verano, se superan fácilmente los 40 °C, con noches tropicales que no bajan de los 25 °C. Esta combinación de calor persistente y falta de refrigerio nocturno tiene un fuerte impacto en la salud, especialmente en las personas mayores.


¿Por qué afecta tanto el calor a las personas mayores?

Las personas mayores son especialmente vulnerables al calor por varias razones. Con la edad, el cuerpo pierde eficacia a la hora de regular la temperatura interna, y el sistema de sudoración —una de las principales formas del cuerpo para disipar calor— se vuelve menos eficiente. Además, muchos mayores tienen enfermedades crónicas (cardiovasculares, respiratorias, renales…) que se agravan con el calor, o toman medicamentos que pueden alterar la hidratación o la capacidad del organismo para adaptarse a las altas temperaturas.

La sensación de sed también disminuye con la edad, por lo que muchas personas mayores no beben suficiente agua, lo que aumenta el riesgo de deshidratación. Esto puede desembocar en un golpe de calor, una situación de emergencia que, si no se trata rápidamente, puede tener consecuencias muy graves, incluso fatales.


¿Qué es un golpe de calor y cómo reconocerlo?


Un golpe de calor ocurre cuando el cuerpo no puede enfriar adecuadamente y la temperatura corporal sube rápidamente, pudiendo superar los 40 °C. Es una situación de urgencia médica.

Los síntomas más comunes en personas mayores incluyen:

  • Piel enrojecida, seca y caliente (sin sudor)
  • Dolor de cabeza intenso
  • Mareo o confusión
  • Náuseas o vómitos
  • Pulso acelerado y respiración rápida
  • Pérdida de conciencia en casos graves


¿Quiénes tienen más riesgo?

Además de las personas mayores en general, hay ciertos perfiles con un riesgo aún mayor:

  • Mayores que viven solos o en viviendas mal ventiladas
  • Personas con enfermedades crónicas o con movilidad reducida
  • Quienes toman medicamentos diuréticos, antihipertensivos, antidepresivos o sedantes
  • Personas con sobrepeso o desnutrición
  • Mayores institucionalizados sin acceso a climatización adecuada
     

Recomendaciones para prevenir golpes de calor

La prevención es la mejor herramienta para evitar complicaciones derivadas del calor. Aquí tienes una lista de medidas esenciales:
 

  • Hidratación constante: Beber agua frecuentemente, aunque no se tenga sed. Evitar el alcohol, bebidas con cafeína o con mucho azúcar.
  • Evitar salir en las horas de más calor: Limitar la actividad física al amanecer o al anochecer.
  • Ropa adecuada: Usar ropa ligera, holgada y de colores claros.
  • Mantener fresca la vivienda: Bajar persianas y cerrar ventanas durante el día. Ventilar por la noche. Usar ventiladores o aire acondicionado si es posible.
  • Ducharse con agua tibia varias veces al día si es necesario.
  • Alimentación ligera: Preferir frutas, verduras y platos fríos para facilitar la digestión.
  • Prestar atención a los medicamentos: Consultar con el médico si alguno puede aumentar la sensibilidad al calor.
  • Vigilar a los más vulnerables: Familiares, vecinos o cuidadores deben asegurarse de que las personas mayores estén hidratadas y en espacios frescos.
     

El futuro: adaptarnos a un clima cambiante
Los golpes de calor son un riesgo real, especialmente para las personas mayores. Con el agravamiento de los fenómenos meteorológicos extremos por el cambio climático, es más importante que nunca adoptar medidas preventivas. El calor no debe subestimarse: con información, vigilancia y acciones adecuadas, podemos proteger la salud y la vida de las personas más vulnerables. En este sentido, los centros residenciales o de día donde las personas mayores pasan muchas horas, son espacios seguros. 
Solo con acciones coordinadas y una mayor conciencia social podemos minimizar los riesgos que comportan el cambio climático para la salud de las personas mayores.


 

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